«Siempre sentí la necesidad de ayudar a quien creí vulnerable, y cuando llegó la hora de hacerlo, en verano de 2018, así lo hice.
Me dolía el corazón al ver tanto dolor infringido por el capitalismo feroz y alguna de sus terribles consecuencias, en este caso, las mal llamadas “crisis migratorias”.
Una decisión política hizo que se habilitaran espacios en núcleos urbanos no costeros de la provincia de Cádiz, pero también en otras provincias andaluzas ante, según la versión oficial, el “colapso de los centros de acogida de inmigrantes en municipios costeros”.
No lo dudé y cuando llegó la hora de ayudar a l@s herman@s african@s que empezaban a llegar a mi ciudad, así lo hice.
Fui a visitarl@s al parque más cercano al polideportivo donde les estaban derivando para luego enviarl@s a distintos sitios de la península. Muchas de las veces les derivarían a ciudades a las que no querían ir, no conocían o no tenían ningún referente allí. Les informamos de esta situación y, lógicamente, algun@s de ell@s decidieron continuar el viaje por su cuenta, asumiendo los riesgos, y algun@s también optaron por detener su viaje infinito en esta mi ciudad, y me planteé cómo poder ayudarles, a parte de proporcionándoles algo de comida, bebida, ropa cómoda, productos de higiene personal, así como compartir nuestros wifis para que pudieran contactar con sus familias.
Creí tener la solución al menos temporal para esas personas que habían decidido no continuar su viaje y hacer parada aquí. No eran muchos mis recursos pero poseía uno de los más importantes para cualquier persona del mundo, una cama y un techo donde poder descansar y coger fuerzas para, a saber, cual será tu próximo paso a dar. Ofrecí a uno de los chicos el venir a casa y él aceptó gustosamente, a pesar de que ni yo hablaba francés, aún siendo francés de nacimiento –migrante-, ni él saber nada de español. Así que entró en juego el lenguaje gestual y la comunicación fue posible al menos en lo esencial.
Eso fue hace ya 10 meses y ya pasaron por mi casa 4 chicos africanos y muchos más que lo harán, pues nunca más habrá una habitación vacía en mi casa, pues UNA HABITACIÓN VACÍA ES COMO UN PLATO VACÍO, NO TIENE FUNCIÓN NINGUNA.
Me podría extender pero me llevaría algún folio más, y no sé si seria interesante para ti, pero el haber vivido situaciones compartidas con estos chicos de risas, de sorpresa por la diferencia de culturas, de horror y realidad por las historias contadas, de generosidad por ambas partes, creo que también me ayudó a mi como persona a entender distintas realidades, así como a comprender un poco mejor el mundo en el que habito, y todo esto sin moverme de casa.
Ese día sé que tomé la decisión acertada, ese chico que fue el primero en pasar por mi casa, ahora habla español, estudia, trabajar, juega al fútbol en un equipo de la ciudad y está integrado plenamente en la vida de la misma. Para mí eso es CREAR COMUNIDAD y de lo que me siento orgulloso y much@s racistas no entenderán y seguirán propagando su discurso de odio sin darse cuenta de que muchas de estas personas lo único que harán serán mejorar y sumar a la comunidad en la que vivo, que para mí no es otra que es comunidad llamada MUNDO.»
Así es, admirable