A finales de Junio de 2018 llegaron varios autobuses con inmigrantes africanos a Jerez, que habían llegado a las costas de nuestra provincia, y que ante la saturación de los centros de recepción, venían al polideportivo de la barriada La Granja a pasar unos días para recibir sus primeras atenciones y cuidados.
Rápidamente, un grupo de vecinos/as y de militantes de la CNT nos personamos en el polideportivo para dar la bienvenida a esas personas que habían cruzado el Estrecho, y para ofrecer nuestra ayuda, de corazón. Entendimos que el deber moral nos obligaba a ofrecer nuestra solidaridad a los hermanos del Sur que sufren desde hace siglos la explotación y el colonialismo que se fragua desde el Norte. Y entendimos perfectamente que la mejor manera de frenar el racismo y el fascismo es la implicación directa.
No mires el mundo desde una pantalla, ¡actúa!. Esa era nuestra sencilla filosofía y nuestro mensaje.
En los primeros días en que íbamos a hablar con los/las inmigrantes, ofreciendo simplemente conversación, un gesto cariñoso o una botella de agua fresquita, vimos que la comunicación fluía con la Cruz Roja y con las autoridades locales. Pero rápidamente su manera burocratizada de entender la ayuda, su gestión militarista de las situaciones, su falta de escucha y cerrazón… chocó con nuestra forma de ser y de actuar. Vimos que era necesario una organización popular, no institucional, donde fluyera el apoyo mutuo sin intermediarios y sin papeles.
Porque, eso venimos siendo desde hace un año:una Red Popular. O sea, gente de a pie, no profesional y no subvencionada, que funciona pese a las instituciones, y muchas veces en contra de ellas. Una Red Popular en la que cualquiera puede aportar sus capacidades: enseñar Español, acompañar al médico a un chaval guineano, invitar a comer a un ex – tutelado marroquí u ofrecer una llamada telefónica a un refugiado somalí que aún no ha podido llamar a su familia para decirle que está vivo.
Una Red de personas sin poder, pero que no debe nada a nadie, y que por eso no se calla ante ninguna injusticia. Nuestra capacidad de autofinanciación y de autogestión nos permite: ponerle la cara colorada a la Cruz Roja por su acogida indigna de los migrantes, denunciar a la Junta de Andalucía y a las empresas que no dan un trato adecuado a los Menores Extranjeros (MENAs) en los centros, o decirle al gobierno municipal que es una vergüenza que en Jerez el Albergue tenga sólo 47 plazas, y que deje literalmente en la calle a jóvenes extutelados, mostrando claramente con los hechos que aquí se practica el RACISMO INSTITUCIONAL.
Una Red Popular de apoyo y acogida son vecinos y vecinas de una localidad que le dicen a los racistas (de chándal o de corbata, me da igual): los/las inmigrantes son nuestros hermanos/as, son personas, tienen derechos y tienen cabida en nuestra sociedad. Una Red Popular interactúa con los racistas, recoge su interpelación de “si los queréis tanto, metedlos en vuestra casa”, y, efectivamente, los metemos en nuestras casas: una veintena de jóvenes senegaleses, guineanos, marroquíes y marfileños están acogidos en casas de familias de Jerez, El Puerto, Vejer y Sanlúcar, enriqueciéndonos y humanizándonos.
Una Red Popular pretende sonrojar a esos y esas políticos/as que ven el mundo desde sus
despachos, y que no tienen agallas de mirar a la cara a esos chavales a los que han dejado en la calle o a los que les reciben sólo con una Orden de Expulsión.
En las contadas ocasiones en que hemos conseguido sentarnos con representantes de las Administraciones para plantearles nuestras denuncias, han estado siempre presentes los jóvenes que están durmiendo en la calle por una decisión política o administrativa.
Porque las cosas cambian mucho cuando les miras a los ojos, cara a cara, a esos chavales a los que condenas a la indigencia con tu firma o con tu inacción.
Una Red Popular saca músculo frente al Poder que comete el genocidio diario de las vidas que se caen al mar desde una patera. Recibimos donaciones no de los bancos, sino de estudiantes de institutos y colegios, de otras asociaciones, de sindicatos, de grupos de teatro, y hasta de hortelanos de Sanlúcar. De nuestra gente.
No somos voluntarias, somos activistas.
Somos la gente de los movimientos sociales, que participa sin pedir permiso, y que pone el dedo en la llaga, porque es muy necesario hacerlo en estos momentos.
El 1 de Julio tendremos una fiesta para celebrar este primer aniversario de entrega y de lucha.
La Red de Apoyo a Inmigrantes “Dimbali” (que en wolof quiere decir “ayuda”) te invita a pasarte por el CEPER El Aljibe (entrada por Ronda de Muleros) para aplaudir la hermandad que nos merecemos. Contaremos con amigos tan populares como La Pompa Jonda, y un estupendo plantel de artistas.